¿Sabes cómo poner límites? Claves a tener en cuenta a la hora de poner límites.
¿Te suenan algunas de estas situaciones?
Tienes un compañero de trabajo, al principio era maravilloso, pero al cabo de los días te empieza a dar mucha pereza. Siempre te contacta pidiendo algún favor, y por no decirle que no, le evitas.
Un familiar viene a visitarte, tras un efusivo abrazo, te pregunta si sigues soltero/soltera, si a tu edad no deberías de tener ya pareja, hijos o un trabajo estable, a ti te molesta el comentario, pero no puedes hacer más que callarte y sonreir.
Tu madre visita tu habitación, para tu disgusto, decide que tu armario necesita de un lavado de cara, saca tus cosas y se pone a hacer la colada mientras tú estás fuera.
Estás cansado, tus amigos te insisten que debes estar el fin de semana en la fiesta, a ti no te apetece, pero acabas yendo, para qué están los amigos.
Sales con tus primos, tu primo Juan siempre ha tenido la costumbre de meterse contigo, esta vez suelta un comentario acerca de lo rara que es tu nariz, tiemblas de vergüenza y rabia, pero no sabes qué decirle.
Muchas son las veces que nos cuesta decir, “basta”, “no quiero” o, “ya no más”. Puede que haya ocasiones que a ti también te cueste defender ese espacio, ya sea por vergüenza o, simplemente, no sabes bien cómo hacerlo.
Aprender acerca de los límites personales puede ayudarte a conocerte mejor y a enfrentarte a estas situaciones.
Lee a continuación para saber un poco más sobre ellos.
¿ Por qué debo poner límites ?¿Cuáles son sus ventajas ?
La principal función de los límites es protegerte. Los límites te permiten ser coherente con lo que piensas.
Poner límites te ayudará a cuidarte, a valorarte, a desarrollarte y a construir relaciones basadas en el respeto.
En cierto sentido, los límites se parecen a las paredes de tu casa, cuidan tus pertenencias y ayudan a que vivas más tranquilo dentro de ella.
Saber poner límites es también importante para tu autoestima. Si no pones límites, no tendrás una zona segura sobre la que construirte, te dejarás llevar por otras personas y podrás perder aquello que quieres levantar.

Pero, ¿qué son exactamente los límites?
Los límites personales son las líneas y reglas que puedes mantener en tus relaciones con los demás.
Si tienes límites sanos, puedes decir “no” a los demás y, a la vez, sentirte cómodo abriéndote a la intimidad y a las relaciones cercanas.
Sin embargo, sabemos que decir “no” puede resultar más o menos complicado dependiendo de la situación y la persona a la que te enfrentes.
A continuación, expondremos algunas claves que puedes seguir a la hora de construir unos límites sanos.
¿Cómo puedo poner límites? Los 7 pasos que te ayudarán a hacerlo.
En este apartado, hablaremos de 7 pasos que puedes seguir a la hora de poner límites.
- Date cuenta: Si no te das cuenta de que algo está siendo desagradable o que se está saltando tus límites, no podrás plantear la necesidad de protegerte. Para ello, es bueno preguntarte: ¿Cómo me hace sentir esto que acaba de ocurrir? ¿Qué me despierta?.
- Valora: ¿Es esto bueno o malo para ti?, ¿te está haciendo daño?. Es importante valorar tus opiniones acerca de ti: para que puedas mantener límites frente a los demás, debes saber cuál es tu opinión. Tus apreciaciones son igual de válidas que las de otros. Merecen ser escuchadas y ser tenidas en cuenta. En el caso de que te sea difícil saber cuáles son tus propias ideas, te recomendamos escuchar nuestro podcast “Cómo comprenderme mejor”. Escucha nuestros podcasts de la escuela de crecimiento integral para saber en qué consiste.
- Respétate: No importa cuál es la conclusión a la que que has llegado acerca de un asunto, no comprometas aquello que ya has decidido para ti. Aunque puedan parecer más relevantes las necesidades de los demás, no olvides respetarte. Crear límites sanos no sólo puede ayudarte a mantener tu integridad, sino que también te posibilita vivir en mayor coherencia con aquello que valoras.
- Comparte: Aprende a comunicar tus deseos y tus necesidades personales. Aprende a compartir tanto aquello que te gusta como lo que no. Poco a poco te acostumbrarás a expresarte.
- Practica a decir “ no”: Aprender a comunicarte con asertividad es clave. Este tipo de comunicación te permitirá expresarte y proteger tus límites. Comunicar con asertividad aquello que no quieres, puede ayudar a los demás a conocerte mejor, saber hasta dónde pueden llegar contigo y aprender a tratarte de una forma más amable. Más adelante del texto , te dejamos unas indicaciones que te serán de utilidad para transmitir tu mensaje.
- Reflexiona: ¿Ha sido difícil expresar tus límites?, ¿qué es lo que más te ha costado?,¿qué te ha ayudado a decirlo?, ¿cómo te sientes tras hablarlo? Date un tiempo para sentirte y apreciar la sensación de haber reflejado lo que piensas.
Date un feedback: Si has llegado a este último paso, ya puedes celebrar tu pequeño triunfo, ¡Enhorabuena!. Además de darle a tu “futuro yo” un buen ejemplo de éxito, puedes aprovechar y pulir cosas para la próxima vez que lo intentes. ¡A practicar!.
Pero OJO!… también es importante aceptar los límites de los demás, como ya sabes, el respeto es una de las claves para mantener unos límites sanos, cuida tus límites y también los de otros.
Pero, ¿por qué nos cuesta tanto poner límites ?
A pesar de que tenemos pasos claros a la hora de ponernos en marcha, hay situaciones y factores que pueden complicar nuestra labor.
- Miedo a quedarnos solos o a ser rechazados: En ese caso, ten en cuenta que diciendo “no” estás siendo sincero. Los demás valorarán tu sinceridad ya que mostrándote coherente contigo mismo puedes facilitar que te conozcan mejor. A la larga, ganarás en relaciones de mayor calidad.
- Miedo a que la otra persona se enfade: ”Pero no veas cómo se pone cuando le digo algo”. Es incómodo enfrentarse al enfado de otros. Es posible que la otra persona necesite atravesar el enfado. Tú también tienes el derecho de enfadarte y decir “basta”. Puede que te interese escuchar nuestro podcast acerca del “enfado” para saber un poco más.
- No saber nuestra postura: A lo mejor te cuesta conectar con tus necesidades y saber cuál es tu postura, para ello puedes pararte a escuchar. ¿en qué piensas? ¿qué te dice tu cuerpo?.
- La culpa: Te puede costar más mantener tus derechos con el peso de la culpa. Recuerda que poner límites es como manejar un escudo, no estás haciendo daño a nadie, sino protegiéndote. Si sientes que has podido dañar a alguien en el pasado, puedes probar a disculparte primero y compensarlo de otra manera.
- No dar importancia a lo que nos pasa: “Lo mío no importa”, “esta persona lo necesita más”, “no es para tanto”, pensar así sólo dificultará el dar valor a lo que necesitamos. Prueba a imaginar que eres tu amigo, ¿cómo podrías ayudarle?.

¿Cómo lo hago? ¿Cómo digo no?.
Y entonces, ¿cómo lo hago?. Te dejo algunas maneras y ejemplos para que lo veas más claro.
- Con sinceridad y mucha claridad.
“Hola Ramón, muchas gracias por contar conmigo en esta propuesta, has sido muy bueno conmigo y me siento en deuda. Pero, ahora mismo, me estoy desarrollando en otros campos y no puedo unirme. Si necesitas una mano o cualquier otra cosa, no dudes en pedírmela”.
- Con empatía: dando a entender que has escuchado la necesidad del otro.
– “Oye Marcos, sé que este proyecto es importante para ti y necesitas que te ayude. En este momento estoy muy ocupado. Déjame que me organice y en los próximos días te escribo y buscamos un momento para ver lo tuyo”.
– “ Mamá, gracias por recoger mi ropa, sé que me cuidas, pero ya me he hecho mayor. Me gustaría hacerlo de ahora en adelante. Aunque no sea tan ordenado, ¿te importaría si me encargo de mis propias cosas?”.
- Expresando tu perspectiva con firmeza.
“Oye Susana, lo siento, sé que te prometí que iría a la fiesta esta tarde, pero estoy cansado y necesito descansar un poco hoy para recobrar fuerzas. Disfrutad mucho.”
- Con la libertad de no estar disponible en todo momento
“Mira oye, es que ahora no me siento con fuerzas para pensar en lo que me estás contando. Me sabe mal no poder escucharte, creo que te mereces toda mi atención y en este momento no puedo dártela. Si quieres, podemos dejarlo para otro momento y lo hablamos en detalle”.
“Hola María, ahora en estos momentos estoy ocupado, luego cuando tenga un momento lo hacemos.”
- Manteniéndote en tu sitio ante los juicios de otros.
“A ver Joselín, no soy “mala “porque no te pueda ir a buscar hoy al colegio, lo llevo haciendo todo el curso, anda, lávate la cara y vámonos”.
“Macho Juan, no puedes venir y meterte conmigo como si nada, yo no voy por allí diciendo esas cosas de ti”.
“Tía, gracias por interesarte por mí, soy muy feliz ahora y no necesito nada más, sé que me ayudaréis cuando lo necesite, así que no te preocupes”.
- Proponiendo otra posible alternativa:
- “A ver Jorge, sé que tienes prisa, pero no puedes pedirme que haga tus tareas. Sé que puedes fregar tus propios platos. Si quieres, podemos acordar dividir las tareas del piso para la próxima vez”.
Poco a poco: Recuerda, todo lleva su tiempo, no te preocupes si de momento no tienes las fuerzas para poner límites. Cada vez que te enfrentes a una situación parecida será una nueva oportunidad para practicar.
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Conclusión
Todos vivimos situaciones en la que nos cuesta pararle los pies a los demás. Lo importante es ponerse en marcha y no dejar de intentarlo. Llegará un momento en el que te resultará natural.
Recuerda que, obrar con madurez implica conservar la propia individualidad, identidad e independencia. Con la práctica no sólo sabrás poner límites, también te conocerás mejor.
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Xin Chen Chen
Psicoterapeuta